En 1973 el profesor de Princeton Burton Gordon Malkiel publicó el libro “ Un paseo aleatorio por Wall Street “, cuestionando la racionalidad de los mercados financieros. De hecho no solo lo cuestionaba sino que consideraba el comportamiento de dichos mercados como algo totalmente aleatorio, como un juego de azar.
En su libro defiende que un mono con los ojos vendados lanzando dardos tendría más éxito en sus inversiones que los expertos de Wall Street, una historia célebre que me parece adecuado recordar ante la remota posibilidad que los ahorradores con depósitos se vean tentados por las bajas rentabilidades y se dejen asesorar por expertos de su entidad financiera de referencia, en busca de mayores rentabilidades.
The Wall Street Journal aceptó la sugerencia de Malkiel y se dispuso a realizar el experimento. Eso sí, como consideró que sería peligroso permitir a un mono con los ojos vendados lanzar dardos ( en realidad no más que permitir que según que personajes hayan dirigido entidades financieras en nuestro país ), el experimento lo realizaron empleados del diario.
El resultado de la cartera elegida caprichosamente por los dardos fue sorprendente, el “mono” batió al 85 % de los fondos de inversión, gestionados por profesionales, referenciados al mercado americano. Se podría cuestionar la fiabilidad del experimento alegando una cuestión de suerte, aunque esto no debería suceder si no se tratase de un juego de azar, en el mejor de los casos si se tratase de una “ciencia” analítica, el mono hubiese podido empatar con los profesionales debido al azar o suerte del principiante.
Como han pasado muchos años desde entonces, podemos pensar que los métodos actuales que permiten las nuevas tecnologías han mejorado la capacidad de análisis de los gestores de fondos o expertos asesores financieros. En un artículo publicado el año pasado por un diario económico de referencia, se comparó la rentabilidad de los fondos de inversión referenciados al Ibex 35 en los últimos diez años, con fecha 31 de marzo de 2015. El resultado de la década es que solo 2 fondos de 56 lograron batir al índice, teniendo en cuenta los dividendos de las acciones que conforman dicho índice y que también reciben las gestoras de los fondos.
Daniel Kahneman, psicólogo premio Nobel de Economía, en su muy recomendable libro “ Pensar rápido, pensar despacio “ hace referencia a la ilusión de la aptitud inversora. Diariamente se compran y venden millones de acciones, en base a que unos creen que el precio de aquella acción es alto y otros que es bajo, en ambos lados de la operación hay en la mayoría de casos profesionales que tienen acceso a la misma información y sin embargo discrepan sobre el valor de aquel título, una industria que mueve miles de millones parece basarse en la ilusión de la sagacidad. ¿ Existe un valor según el cual una acción tendría su precio exacto ? Es decir, nadie compraría ni vendería ese título.
El autor explica en su libro como fue invitado a hablar ante unos asesores financieros de una firma que proporcionaba servicios de inversión a clientes acaudalados. Para preparar su ponencia solicitó a la empresa que le facilitase algunos datos, recibiendo una hoja de cálculo que resumía los resultados de las inversiones realizadas por 25 asesores anónimos de la firma en los últimos ocho años.
Entonces se dispuso a confeccionar un cálculo de los coeficientes de correlación entre pares de años con la finalidad de determinar si existían diferencias de aptitud entre alguno de los asesores, es decir, si de forma persistente algún asesor conseguía mejores resultados para sus clientes año tras año. El resultado que obtuvo tras realizar 28 correlaciones fue cero, el resultado que se esperaría de un juego de azar, no el que correspondería a un juego de inteligencia.
La ilusión de aptitud inversora se podría explicar psicológicamente porque las personas que se dedican a esta actividad están traduciendo a la práctica unas aptitudes muy superiores. Consultan datos y previsiones económicas, examinan balances y demás datos financieros, evalúan la dirección de las empresas y la competencia… etc. Este tipo de actividad requiere una amplia formación y es complejo, y las personas que se dedican lo hacen de forma seria, pero la aptitud para efectuar estas valoraciones desgraciadamente no supone aptitud para que una inversión tenga éxito, en este sentido parecen ignorar su ignorancia.
En cualquier caso nos resulta más confiable la imagen de un señor/a explicándonos todos sus análisis, ataviado como corresponde y transmitiéndonos sentimientos, que la disparatada idea de apostar esos ahorros que tanto han costado de una forma tan poco ortodoxa, aunque el resultado final no difiera en exceso en promedio.
No es lo mismo que el Sr. Rato, por ejemplo, nos aconsejase comprar acciones de Bankia que lo hubiese hecho un mono con los ojos vendados que tras lanzar sus dardos, y obtener la cualidad de comunicarse, nos indicase sus temores ante semejante inversión.
De hecho lo intento pero fue encerrado en un zoológico tras el informe negativo del Banco de España, contradiciendo a dos de sus peritos designados para tal fin, en uno de los sainetes más esperados de la temporada que será representado en la Audiencia Nacional.
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